martes, diciembre 18, 2007

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El viernes pasado perdí mi celular y salí con una chica que, felizmente, llegó igual de tarde que yo al lugar donde habíamos quedado en encontrarnos. Yo acababa de salir del diario y, de hecho, había tenido que hacer malabares para escribir rápido las notas, poder salir temprano y encontrarme con esta chica. Había perdido su número junto con mi celular, por lo que era imposible llamarla y decirle que iba a llegar tarde, así que, con el corazón en la mano, acudí a la cita con media hora de retraso. Fue increíble verla llegar aún más tarde que yo, por lo que pensé que no todo estaba perdido. El sitio donde salimos era más bien feo, cerca a la universidad Católica, pero podíamos caminar, conversar y beber unas cervezas en la calle. Hablamos de todo un poco, del tipo de chicos que a ella le gustan (parece que cumplo algunos de los requisitos), de los libros que hemos leído y de las cosas que he escrito. En algún momento de nuestra conversación me encontré hablándole de lo que había tenido que escribir en el diario. "¡Oh sí, háblame de Evo Morales, mira cómo me pone!", dijo ella. Y esto es lo más chistoso que me han dicho en meses. A lo que voy es que es extraño que una chica te conquiste a través del sentido del humor, pero es completamente válido. Ahora me encontré con esta chica por el messenger y vi que en su nick decía que amaba a un tal Piero. "Me pone celoso", le dije, "apuesto que él no te habla de Evo Morales como yo". "Lo intenté pero no es lo mismo". Esta chica me mata. El amor por el messenger huele a consola y a desinfectante de pino.